—Ahora digo —dijo a esta
sazón don Quijote— que el que lee mucho y
anda mucho vee mucho y sabe mucho. Digo
esto porque ¿qué persuasión fuera
bastante para persuadirme que hay monos en el mundo
que adivinen, como lo he visto ahora por mis propios
ojos? Porque yo soy el mesmo don Quijote de la Mancha
que este buen animal ha dicho, puesto que se ha
estendido algún tanto en mis alabanzas; pero
como quiera que yo me sea, doy gracias al cielo, que
me dotó de un ánimo blando y compasivo,
inclinado siempre a hacer bien a todos y mal a
ninguno.
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